Siempre he pensado que no hay otra carrera para mí. Cuando llegó
el momento de elegir, era Letras o nada. Por supuesto, no siempre fue así. Mis
sueños de infancia nunca consideraron la literatura como una posible opción.
Primero fue la biología marina, luego la química, luego nada… un limbo donde
las dudas existenciales no parecían encontrar respuesta. Hasta que un día, la
respuesta me llegó de golpe. Como si, literalmente, me hubieran lanzado un
libro a la cabeza.
Todo comenzó en la preparatoria. Había cultivado un habito de lectura desde pequeña que solo había ido en aumento con el paso de los años. Y, sin talento para otra cosa que leer por horas y horas, elegí el taller de literatura como complemento. Oh sorpresa, sorpresa. Nunca pensé que me enamoraría tanto de todo lo que hay detrás de un libro.
El pequeño empujoncito me lo dio uno de mis profesores. Y, después de revisar el programa, sentí que todo tenía sentido, que al fin había encontrado mi meta en la vida.
Como muchos, también tenía sueños guajiros de escribir algún día, pero mi meta principal no había sido esa: el mundo editorial. Además de la literatura, disfrutaba del diseño (mi papá es diseñador) así que sonaba perfecto, un trabajo ideal. Claro que, aunque sigo considerándolo, el trabajo editorial ya se ha caído un poco de mi pedestal. Actualmente mis metas van más para la docencia y el fomento a la lectura. Además, descubrí que de verdad me gusta escribir ensayos literarios.
Sin embargo, no ha sido fácil. Una vez dije que estaba estudiando Letras por el amor a la
literatura y se rieron de mí. Como si el gusto por algo no fuera una razón
válida para elegir a qué te quieres dedicar el resto de tu vida. Al principio
fue así, entré a estudiar Letras porque me gustaba leer. ¿Cómo podía darles una
razón más profunda a lo que me la exigían cuando no existía ninguna? No dije nada, pero no podía dejar de preguntarme si entonces alguien que estudia veterinaria porque le gustan los animales o alguien que entra a diseño porque le gusta dibujar también estaban equivocados. ¿Acaso no es el gusto lo primero que te lleva a acercarte a algo, a empezar a disfrutarlo?
Con el tiempo he aprendido a hacer oídos sordos y a enfocarme solo en mí, en lo que quiero y cómo voy a lograrlo. Y, sinceramente, así soy más feliz. Aunque muchas veces me he cuestionado si fue una elección correcta, si valió la pena, si no debería haber escogido una "carrera con futuro" en donde no me vaya a "morir de hambre", siempre llego a la misma conclusión: si pudiera volver a escoger, elegiría Letras de nuevo.
Me parece muy completo el contenido y con una buena redacción del curso temporal de los acontecimientos, además me gusta el tono coloquial con el cual lo redactaste, demuestra cierto compromiso con tu forma de pensar. Muy buen texto.
ResponderBorrarHola, Mafer: me resultó muy ameno tu texto. Estoy de acuerdo contigo cuando mencionas que lo que nos hace acercarnos a determinado loquesea es el gusto y creo que, a estas alturas de la carrera, es un recordatorio de por qué seguimos aquí.
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